Más común de lo que debiera
No es difícil encontrar inconsistencias en la gestión de los procesos en organizaciones púbicas y privadas.
Por ejemplo, lo que se encuentra redactado en los objetivos es, en ocasiones, etéreo, abstracto, confuso y en lugar de servir como norte, como la expresión de lo que el proceso debe lograr o entregar, cae en el olvido, en la incomprensión o pasa desapercibido.
Sin objetivo claro
Con aquellos objetivos como la referencia contra la cual se juzga la gestión, habrá dificultades para definir los indicadores adecuados. Sin la guía de un objetivo claro, encontrar la manera adecuada de medir la gestión requerirá un ejercicio de imaginación, de ensayo y error, de búsqueda, que producirá indicadores que no le permiten a las personas leer el desempeño del proceso y tomar con base en esa lectura las decisiones pertinentes. Es frecuente escuchar que los indicadores no dicen nada y que es una pérdida de tiempo calcularlos periódicamente.Indicadores inútiles
La imaginación, sin embargo, produce resultados. Los indicadores así definidos resultan altisonantes, atractivos y obtienen rápidamente la aprobación de los encargados y sus autoridades. Los problemas aparecen cuando se trata de concretarlos. En la base de los indicadores están los datos, pues sin ellos no hay cálculos posibles y a la primera oportunidad de obtener las estadísticas del proceso, se descubre que no los hay, por variadas razones: nadie los registra o los captura, no pertenecen al dominio de la información que el proceso produce o simplemente no se entiende de qué datos se trata ni en dónde se consiguen.No se captura la información necesaria
Una mirada sobre el proceso revela que nada en sus instrucciones establece qué tipo de información se debe capturar, ni dónde, niSecuencia de actividades |
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